Adiós a confesar en clave pop, o casi. Rosenvinge aparca el formato banda y gira hacia lo electrónico de forma contenida con sintetizadores y reverberaciones. Bajo el influjo de Lou Reed, susurra para expresar lo que escribe, huyendo de textos fáciles. Evita el sonido recorrido para no recrearse, pero no renuncia a su certero contraste entre la suavidad y una crudeza patente. Cantos de sirena, coros celestiales y aullidos cubren la desasosegante percusión de La tejedora, justo antes de los aires de carrusel y ballet de Pobre Nicolás.
Ritmos de los ochenta en Segundo acto y Lo que te falta quizá bajo el influjo de New Order y electro para hablar de la muerte en La muy puta. Coros infantiles abren la crítica Alguien tendrá la culpa antes de la adhesiva Romeo y los demás, la canción más cercana a Tu labio superior. Confiesa estar marcada por el tiempo en La absoluta nada, pero al final sucumbe al pop luminoso en Alameda, como quien vuelve a casa tras una angustiosa tormenta de incertidumbres.
Arancha Moreno.