Shiner fueron un grupo muy especial. Su paleta de sonido tenía una variedad de colores e intensidades como ningún otro grupo de su generación. Unieron una ética de trabajo aprendida de Jawbox o Fugazi a una manera de entender la composición y la interpretación musical que trascendía el post-hardcore. Era muy raro (un caso único?) que una banda sonara a My Bloody Valentine y luego a Jawbox, depués Chavez o Helmet. Pero no era sólo que se mataran a girar en furgoneta / quemaran un montón de horas en el local de ensayo y que tuvieran más pedales de efectos / fueran más math rock que nadie. Además -esto es lo verdaderamente importante años después- tenían canciones. Shiner buscaban escribir canciones memorables. Es fácil jugar a ser Radiohead, pero escribir canciones como The Simple Truth es bastante más complicado.
Mientras escribía estas líneas puse el disco que felizmente reedita BCore, The Egg, y me enfrenté a las canciones del disco otra vez. Muchos momentos todavía me ponen la piel de gallina, y creo que no es debido a un sentimiento de nostalgia (de hecho el paso de los años a menudo hace que las cosas que me gustaban antes ahora me gusten menos). El riff contagioso de Andalusia, la épica Bells and Whistles, la montaña rusas de emociones de The Simple Truth (parece una canción de los Unwound de Leaves Turn Inside You, uno de los únicos discos con los que se me ocurriría comparar The Egg), el rockerío de Pills, el juego rítmico de The Truth About Cows, The Egg y la tensión transformada en catarsis..
The Egg -publicado en noviembre del 2001- fue el cuarto y último disco del grupo, su cúspide creativa y uno de los discos más ambiciosos que tuvo ocasión de producir J Robbins, cuya participación a nivel creativo va más allá de la mera producción del disco. No sólo porque es un trabajo perfectamente equilibrado a nivel compositivo y que nos hace viajar gracias a la producción, sinó porque es un disco, no una simple colección de canciones. Cada elemento tiene una entidad propia y al mismo tiempo juega un papel en el conjunto. Experimentación y melodías accesibles. Oscuridad y juego rítmico. Ambición e inmediatez rock. Visceralidad y cerebro. Sobre el papel parece difícil hacer funcionar unas influencias que combinan a MBV, Helmet o Jawbox, pero los Shiner de The Egg estaban en plena madurez y fueron a por todas. Y ganaron.