En su tercer álbum, Red Fang presenta un álbum decidido a transportar al mundo a una época anterior a la desaparición del stoner metal en el espacio exterior con Whales and Leeches. Ofreciendo una versión más sucia, más cervecera y sin camisa de los primeros Mastodon, la banda de Portland, Oregón, presenta un álbum que logra ser psicodélico sin abandonar el festival incesante de riffs que hizo de sus dos primeros álbumes un cambio de ritmo tan bienvenido.
Esto permite que el álbum funcione en dos niveles, haciéndolo tan perfecto para escuchar en una fiesta ruidosa como tumbado en el suelo contemplando los sutiles matices de un póster de luz negra. Para crear su retorcido viaje mental, la banda volvió al estudio con Chris Funk. Aunque el concierto principal de Funk con los Decemberists podría parecer lo más alejado posible de Red Fang, la inclinación del productor por la complejidad ayuda a dotar al álbum de cierta profundidad, canalizando la inclinación de la banda hacia la fuerza bruta en algo mucho más expansivo, manteniendo intacta la crudeza de su sonido. Esto ayuda a elevar el álbum por encima de ser simplemente otro disco de stoner rock, poniéndolo a la altura de grandes éxitos como Leviathan, que lograron ser extraños sin perder la crudeza. Sin embargo, no importa cuán profundo pueda ser su sonido, está claro que Red Fang es una banda con los pies en la tierra que no tiene miedo de ensuciarse, así que, aunque puedan estar mirando las estrellas, siguen estando en la cuneta. ~ Gregory Heaney