Un número hecho por los mejores colaboradores para celebrar la libertad recuperada:
Andrea Abreu nos muestra las entrañas más oscuras de las Islas Afortunadas en un apasionante cuento gótico exclusivo para Salvaje, acompañado por las imágenes de Lilia Ramos.
Noemí Sabugal investiga las contradicciones de la transición energética supuestamente verde en un texto ilustrado por Fran Pulido.
Sabina Urraca se desnuda, literal y literariamente, para hablarnos de cómo durante la pandemia los parques rescataron un espíritu salvaje que creía enterrado por la civilización, y la igualmente salvaje Cristina Daura se lo adorna.
María Sánchez Díez conversa con Jenny Odell, la autora del bestseller Cómo no hacer nada, sobre hacer la revolución en los tiempos de los Stories.
María López Villodres y Violeta Niebla visitan la Axarquía malagueña para mostrar cómo sus mujeres están organizándose y cubriendo los vacíos de la Administración en un ejemplo más del poder del asociacionismo femenino.
Javier Domínguez afina el oído junto a José Carlos Sires, el ornitólogo invidente que ha dedicado su vida a reconocer a las aves por su canto, todo retratado por Jordi Vidal.
Virginia Villacisla nos invita a Presencio, su pueblo, a jugar a las cartas en la piscina y tomar unos vinos en el bar a través de su mirada rabiosamente juvenil.
Sergio Villalba y Sami Sauri nos hablan de su historia de amistad, trauma y redención a través del sudor en esa roca negra y mágica que es Lanzarote.
Pablo Garnelo nos introduce a través de sus imágenes y textos en la combativa comunidad de Ons, la isla atlántica que lucha por su reconocimiento.
Hilo Moreno y Valeria Scaloni nos enseñan cómo dormir en las noches de verano al raso, sin más techo que el cielo estrellado.
Siguiendo con los astros, Olga Blázquez reflexiona sobre las periferias terrestres y estelares y se pregunta si Marte está más lejos que una pluma. Con las muestras geológicas de Eider Elizegui cartografiando el texto.
Y por supuesto, el Salvajito estival de Carmen Pacheco que a Puño se le ha llenado de arena, peces raros y muchos juegos para los que no hace falta esperar a hacer la digestión.
Un número hecho por los mejores colaboradores para celebrar la libertad recuperada:
Andrea Abreu nos muestra las entrañas más oscuras de las Islas Afortunadas en un apasionante cuento gótico exclusivo para Salvaje, acompañado por las imágenes de Lilia Ramos.
Noemí Sabugal investiga las contradicciones de la transición energética supuestamente verde en un texto ilustrado por Fran Pulido.
Sabina Urraca se desnuda, literal y literariamente, para hablarnos de cómo durante la pandemia los parques rescataron un espíritu salvaje que creía enterrado por la civilización, y la igualmente salvaje Cristina Daura se lo adorna.
María Sánchez Díez conversa con Jenny Odell, la autora del bestseller Cómo no hacer nada, sobre hacer la revolución en los tiempos de los Stories.
María López Villodres y Violeta Niebla visitan la Axarquía malagueña para mostrar cómo sus mujeres están organizándose y cubriendo los vacíos de la Administración en un ejemplo más del poder del asociacionismo femenino.
Javier Domínguez afina el oído junto a José Carlos Sires, el ornitólogo invidente que ha dedicado su vida a reconocer a las aves por su canto, todo retratado por Jordi Vidal.
Virginia Villacisla nos invita a Presencio, su pueblo, a jugar a las cartas en la piscina y tomar unos vinos en el bar a través de su mirada rabiosamente juvenil.
Sergio Villalba y Sami Sauri nos hablan de su historia de amistad, trauma y redención a través del sudor en esa roca negra y mágica que es Lanzarote.
Pablo Garnelo nos introduce a través de sus imágenes y textos en la combativa comunidad de Ons, la isla atlántica que lucha por su reconocimiento.
Hilo Moreno y Valeria Scaloni nos enseñan cómo dormir en las noches de verano al raso, sin más techo que el cielo estrellado.
Siguiendo con los astros, Olga Blázquez reflexiona sobre las periferias terrestres y estelares y se pregunta si Marte está más lejos que una pluma. Con las muestras geológicas de Eider Elizegui cartografiando el texto.
Y por supuesto, el Salvajito estival de Carmen Pacheco que a Puño se le ha llenado de arena, peces raros y muchos juegos para los que no hace falta esperar a hacer la digestión.
