El músico valenciano Alberto Montero tiene mucho que contarnos. En mayo acabó con cuatro años de silencio publicando Castillos en el aire, una preciosa canción sobre el paso del tiempo y la reconexión con su propia esencia, que sirvió además de primer adelanto del disco que nos espera ya a la vuelta de la esquina, el séptimo en su dilatada carrera. Ciudad Dormida, que verá la luz el 15 de noviembre a través del sello BCore, es una invitación a recorrer las calles del subconsciente de su autor, de sus emociones y de la ciudad que vemos cuando empezamos a soñar. Un trabajo, por tanto, que se mueve entre las fronteras de lo visible y lo invisible, dejándonos piezas a caballo entre los dos mundos.
Siempre con un pie en cada lado, Montero desvela hoy un segundo avance de Ciudad Dormida: Nube Violeta, un corte que parte del recuerdo de su marcha de Barcelona, hace ya algunos años, y que aterriza en la plena consciencia del aquí y del ahora. Lo hace en uno de los temas más experimentales del álbum, tanto a nivel musical como lírico. El nuevo single puede parecer una especie de canto animista, un rezo a la naturaleza, expresando lo importante que es para él su vocación contemplativa como ancla de su esencia artística.
A la vez, musicalmente también hace convivir dos mundos: por un lado tiene el punto oscuro e impresionista que puede recordarnos a su álbum La Catedral Sumergida o a ciertos cortes de Arco Mediterráneo; y, por otro, muestra un acercamiento a sonoridades latinoamericanas. Esto último es especialmente perceptible en la suerte de bossa nova sombría que sigue a la intro, en la parte central de timbaleo y voces y, sobre todo, en la colaboración del dúo peruano Alejandro y María Laura, dos músicos de larga trayectoria con los que Montero ha entablado una bonita amistad desde que se instalaron en nuestro país el pasado verano. El resultado es un corte majestuoso y emocionante que nace entre violines y acaba con éstos bailando al son de una guitarra electrificada y cenital.
