Insistimos: Joan Colomo es un crack. No contento con haber inyectado una revitalizante dosis de frescura a The Unfinished Sympathy, ni con capitanear La Célula Durmiente, el grupo más librepensante y libretocante del estado, además de seguir ensayando con los clásicos e influentes Zeidun, Colomo se ha sacado de la manga un disco en solitario que representa una de las sorpresas más interesantes y refrescantes de la temporada. Con su conocida bicefalia cultural, entre sus raíces navarras y su arraigamiento a los cerros del Montnegre, Colomo da unas revolucionarias vueltas de tuerca a la canción castellana y a la canción catalana; con una lírica inédita en él hasta la fecha, se nos descubre como un maestro de la canción de protesta, con el nihilismo político como cabecera y el amor por la relaciones humanas como alternativa a la mundana suciedad, Colomo confronta una agresividad brutal de contenidos con una conmovedora candidez formal. El eclecticismo musical que siempre lo ha caracterizado también está aquí presente, aunque alejado de los cánones del rock para profundizar en instrumentos acústicos, arreglos orquestrales, a veces circense-cabareteros y siempre combinados con un buen gusto y una musicalidad propias de un maestro de las melodías, las armonías y los arreglos. Aliado con su compañero en The Unfinshed Sympathy, Iban Puigfel, ejerciendo el rol de productor en sus estudios Nautilus de Arenys de Mar, y arropado por viejos amigos como Narcís Prats (batería de La Célula Durmiente), Xavi García (bajista de Zeidun y batería de Els Surfin\ Sirles), así como Inés Mtz. de Albornoz (pareja musical en la Célula y en la vida real), Dani Navarrera (Luna Roja, Panorámica) y Marçal Calvet (Orquestra de Sant Celoni, Mumusic Circus), Joan Colomo ha encontrado un nuevo vehículo de expresión, probablemente el más personal e íntimo de los muchos que ha pilotado en su prolífica carrera musical, situándose sin duda como uno de los cantautores más auténticos, brillantes e innovadores de nuestro panorama musical.
