La era del trance es una sucesión musical de estadios que parece alinear un paisaje sonoro continuo, con una narrativa estimulante, tan sugerente que hipnotiza
Con dos álbumes publicados, De rerum natura en 2016 y El ojo brillante en 2018, Severine Beata presenta ahora su tercer trabajo de estudio, titulado La era del trance, junto a su buen amigo y habitual colaborador y productor, Javi Álvarez (Fluzo, Dúo Cobra).
Si bien las referencias a la naturaleza fueron recurrentes en el anterior álbum (con algunos temas directamente emparentados con el Mother earths Plantasia de Mort Garson), en esta ocasión vuelven a ser importantes. Desde las grabaciones de campo, los efectos foley y hasta el artwork de Julio Linares, la inclusión de lo orgánico juega un papel fundamental en la composición de las canciones, además de convertir La era del trance en un lugar sosegado y cómodo
Pues las eras son superficies empedradas -donde se trillaban las mieses- que se sitúan en determinadas zonas expuestas al viento, las cuales hoy han quedado abandonadas y se han convertido en miradores que nos inducen a una especie de estado meditativo, a la manera de este disco. Un cuerpo de canciones, casi siempre instrumentales, que ha sido compuesto e interpretado entre Severine Beata y Javi Álvarez con sintetizadores en directo, así como producido y grabado a tiempo real, íntegramente.
En La era del trance ambos músicos han logrado capturar momentos de una belleza tan sugerente, intrigante y alucinada como efímera. En él, los pasajes y repeticiones de capas reverberadas se suceden dentro del orden expresivo de la música en vivo, así como gracias a una complicidad intuitiva única. Además, de la conexión entre estos dos freaks de los sintetizadores y demás cacharrería modular, analógica y granular, surgen también otro tipo de temas a partir de la revisión de referentes poco habituales en el género, tales como el compositor y organista francés Louis Vierne o las vocalistas romaníes Maria Tanase y Romica Puceanu. La era del trance es una sucesión musical de estadios que parece alinear un paisaje sonoro continuo, con una narrativa estimulante, tan sugerente que hipnotiza. Nos encontramos ante un álbum que a cada nueva escucha suena distinto, gracias a ese dominio de lo fortuito anteriormente mencionado. Pero gracias también, y sobre todo, al talento de Severine Beata y Javi Álvarez para edificar semejante colección de piezas únicas, que constituye un refugio abierto. Un lugar atractivo desde la delicadeza de sus costuras tímbricas, pero magnético en cuanto nos adentramos al espacio confortable y contemplativo que recrea para nosotros. La era del trance es nuestro lugar en paz, allí donde asumir con alegría y valentía la soledad apacible.