Bcore, Aloud, Galleta y Gandula celebran el 20 aniversario del disco More Light de Nisei y publican una edición especial en vinilo. Un disco imprescindible para entender el rock experimental y el post-hardcore de principios de siglo.
Intento seguir escribiendo la hoja de prensa mientras escucho el disco, pero no puedo, lo siento. Los brazos prefieren imitar las baterías rotas y milimetradas de Alfonso, prefieren imaginar que se deslizan por el bajo preciso de Edu, las palabras no se escriben porque prefieren quedarse en la cueva desde donde cantaba Cristian, lejos del micro y cerca de un alma que no entendía el mundo-.
Prefiero no escribir y viajar a ese 2004, cuando los Nisei sacan su primer disco, que se llamará More Light. Cuando montan su propio mundo en el Funhouse, un festival autogestionado que convierte la masía de los abuelos de Alfons en un encuentro ecléctico unido por las ganas de hacer y compartir. La misma masía donde se encuentran las sillas de la portada. La misma masía en la que los Nisei han repetido y perfilado las canciones del disco cientos de veces antes de plasmarlas en cinta. Viajo al último ensayo: tres chavales de Vilassar, amigos desde la escuela, se marchan mañana a grabar en Euskadi con Karlos Osinaga de Lisabö. Nervios e ilusión, como cuando Raül de (lo:muêso) les propuso grabar una maqueta, como el día antes de aquella primera gira de tres semanas con Maple en el 2003, o como el día que Bcore les confirmó que les editaría el disco.
Viajo al primer día que escuché el More Light, hace veinte años. El primer pensamiento se fija en la atmósfera, en la luz oscura que impregna toda la grabación, amarga, enérgica, emotiva. El segundo pensamiento se fija en el ritmo, en la compacta contundencia que nace de la complejidad, del matiz, del diálogo entre batería, bajo, guitarra, trompeta y voz. El tercer pensamiento busca referentes. "Los hemos buscado y los hemos encontrado", dicen ellos mismos en una canción del siguiente álbum, Continents. Los Nisei celebran sus referentes del post-hardcore de Washington DC, de la escena elegante e irreverente de Chicago, del dub instrumental, del minimalismo, del noise-rock, y aportan su visión personal. Recuerdo aquella reseña del Rockdelux después de su concierto en el Tanned Tin donde los etiquetan acertadamente como Blues experimental.
Los Nisei sacan un segundo disco, ya con Marc en la guitarra, evolucionan, cambian de idioma, hacen conciertos inolvidables y lo dejan la noche de Reyes del 2011, pero yo prefiero seguir hablando en presente. Porque volver a escuchar este disco, veinte años después, es celebrar que su discurso sonoro todavía remueve, que su luz oscura todavía intoxica, que su blues experimental de Vilassar todavía nos sirve de catarsis frente a un mundo que seguimos sin entender.
Edi Pou