Cuando en noviembre de 2016 Antifaz Records lanzó un teaser de Tito Ramírez, un artista misterioso del que no existía información en La Red, muchos pensaron que aquel portento del ritmo sabrosón era fruto de una operación de espeleología dentro del catálogo polvoriento del sello Vampi Soul. Nadie acertó si se trataba de un tema recién facturado o de unas grabaciones perdidas que veían la luz en homenaje a un viejo príncipe destronado del boogaloo más arcaico e irreverente. Lonelyman se agotó en solo cuatro días. Al poco tiempo se acabó desvelando el enigma: aquel single misterioso capaz de enardecer a los fans de los ritmos latinos pringados en LSD no era un tema antiguo olvidado en algún cajón ni Tito el nuevo Sixto Rodríguez. Se trataba simplemente de una broma urdida por el sello y Peter Parker, guitarra de Los Granadians del Espacio Exterior ahora reconvertido en gurú de todos los guateques del mañana. Luego vio la luz Last Train, su segundo single, y la fiebre acabó adoptando tintes de epidemia efervescente, arrastrando a Tito por festivales como Eat my Soul, Black is Black, Slap!, Euroyeye, Gambeat, Phantom Fest, Festivalle Tobalina, Purple Weekend o el Le Beat Bespoke de Londres, donde compartió backstage junto a The Mummies y The Pretty Things. Una tórrida declaración de amor a la inmutable fascinación que nos provoca lo vintage como vehículo para escapar de lo cotidiano.