Después de militar en una de las más míticas bandas del medio levante español, Método Milton, y por motivos que trascienden el alineamiento cósmico, Nerea Lecue se enfundó por primera vez éste, su alter ego más íntimo y liberador, en 2005: Thérèse. A la sazón, la artista alicantina vivía en Portland, Maine, y compartía techo con la banda originaria de Boston, Cerberus Shoal, en una casa con habitaciones como estudios de arte, un salón que era cocina y local de ensayo, y la visita constante de amigos músicos en gira
Fue entonces cuando un proyecto colectivo al que llamaron Earbait (en el que alguien componía una canción, al resto sólo se le daba la letra y cada cual tenía que hacer su propia versión con ella) produjo la revulsión: A partir de un texto de Colleen Kinsella (artista polifacética, miembro de Cerberus Shoal, Fire on fire y Big blood) Nerea grabó, con Caleb Mulkerin a los controles, una pieza que voló la cabeza a los presentes. Acto seguido, Mulkerin le preguntó -¿Qué nombre te ponemos? (
). Nerea, a quien meses antes le había impactado enormemente la obra de Balthus de 1938, respondió -Thérèse (
).
Tras su regreso a España, Thérèse ofrece sus primeros conciertos y publica Nadadores, EP de 2008, e Impermeable, su primer álbum en 2011, ambos bajo el sello estadounidense Dont trust the ruin. Ahora, ocho años después y asentada definitivamente en Madrid, la alicantina regresa con este segundo y fascinante largo, titulado Un paseo por el campo.
Texto, luego música: Con la idea Earbait como método de composición, Thérèse ha elaborado un álbum que parte del sarcasmo como tejido de interpelación con la imagen representada. Grotesco, extremo, contradictorio y por momentos hermoso e inexplicable, su verbo es capaz de somatizar la hostilidad ajena en un tumor desproporcionado, de incubar una criatura a nuestra imagen y semejanza. Todo con un único propósito: Desencadenar el arrase y el arreglo, promover la catarsis, la asunción al filo del desencanto y trascender, al fin, el miedo. En sus propias palabras -Soy maestra de música. Un día, al proponer el amor como temática musical, un niño dibujó una pareja cogida de la mano y escribió la frase Amor, dulce amor, y un paseo por el campo (
).