«Sostenme, voy a caerme», leemos nada más abrir Una costilla sobre la mesa.
Dividido en ocho partes, el nuevo libro de Angélica Liddell combina el verso con la estructura de un diario, el ensayo y el género epistolar. Si bien, en cualquiera de sus formas, es siempre un libro de poesía.
Angélica Liddell parte de lo irracional («lo que nos pone en contacto con zonas irreconocibles, con el temor y temblor que dan forma al espíritu») para después adentrarse, sin hacer distinción, en la belleza y en la enfermedad.
Con un lenguaje lírico y crudo y sencillo a un tiempo, implacable incluso contra sí misma, describe tanto la podredumbre de la carne como el éxtasis irrealizable; y consigue hacer del lenguaje un lugar donde conviven el arte, la música y lo espiritual:
«La fe no sabe que lo es, se ignora a sí misma, tenerla sería como negarla. El único impulso verdadero hacia la fe es entregarse por completo a alguien que te ignora».