Pepo es un oído entrenado en el hardcore (y el emo más primitivo) que ha emprendido el camino que llevó a Bob Mould más allá de Hüsker Dü, como bien dijo Xavi Cervantes (RDL) en la reseña a su actuación en el pasado Primavera Sound. Desde guiños a Will Oldham a canciones que podría haber compuesto el mejor Lou Barlow de Soul & Fire, desde tétricas confesiones lo-fi (lo-fi con pretensiones, nos gusta decir) cercanas a Elliott Smith a nerviosos arrebatos folk-pop, pasando por una versión del clásico La leyenda del tiempo y las influencias y no todo el mundo merece sus influencias de Fugazi, Joy division, Nirvana o Nick Drake, Sad Boys Dance when no ones watching engancha desde la primera canción gracias a un rico catálogo de lirismo político y sentimental, sensibilidad melódica y el buen gusto de quien sabe que el miedo, el amor (y la falta de amor), el deseo y el vacío siguen siendo los instrumentos con los que se siguen escribiendo las mejores canciones del mundo. De nuestro mundo.